El médico cirujano Ricardo Puell Calderón no tenía pensado especializarse en toxicología hasta que en 2011, cuando solo se dedicaba a enseñar en la facultad de Medicina de la Universidad Nacional Federico Villareal y brindar consultorías para empresas privadas, conoció a Saúl Juárez Flores, un extrabajador de Antamina; una empresa minera dedicada a la explotación de cobre, zinc, molibdeno, plata y plomo en una zona de la cordillera de los andes conocida como El Callejón de Conchucos, en la sierra norte de Áncash.
Saúl Juárez, quien trabajó en Antamina desde marzo de 1999 hasta abril de 2011, padeció diarreas que lo llevaban a emergencias, degeneración de su capacidad auditiva y visual, problemas respiratorios que terminarían en una sinusitis crónica, además de tumores malignos en los ganglios que se convertirían en cáncer. En esas condiciones, casi a modo de auxilio, recurrió a Puell a través de unos vecinos que lo conocían. Para Puell, luego de realizarle un examen médico completo que demostraría su intoxicación por metales, Saúl era un paciente de libro: todos sus síntomas coincidían con la teoría.
En 2010, tras varios reclamos ignorados, Saúl demandó a Antamina. “Estaban esperando que se cumplan los días de descanso médico de ley para derivarme a EsSalud y que el Estado lo pague”, explica el extrabajador. Sin embargo, pese a una serie de mineralogramas (exámenes de cabello) que demostraban que Saúl tenía metales tóxicos en su organismo, y que la Sunafil sancionó a Antamina por no brindarle los equipos de protección adecuados y otras faltas graves; el 16° Juzgado Especializado de Trabajo Transitorio declaró infundada su demanda.
Frente a la defensa legal de Antamina enfocada en deslegitimar las pruebas sobre el estado de salud de Saúl, Puell se vio en la necesidad de conocer a detalle la literatura médica sobre los efectos de los metales tóxicos en el cuerpo humano. Fue así que en 2015 terminó una maestría en toxicología en el Colegio Oficial de Químicos de Sevilla (España).
Fue a raíz del caso de Saúl que más extrabajadores, de otras mineras también afectados por metales tóxicos, contactan al doctor Puell. Así conoció las historias de los cerca de 30 extrabajadores de Yanacocha, algunas de ellas publicadas en Wayka.
¿Qué opciones tiene una persona afectada con metales tóxicos?
No existe tratamiento para los metales. El único tratamiento que existe es para toxicidades agudas, porque tienes tal cantidad de metales en el cuerpo, que lo que hacen es dañar la función de los órganos, entonces viene el tratamiento de quelación, que saca al metal del lugar donde se almacenó, la regresa a la sangre, pasa por el hígado y entra en el metabolismo que termina botándolo por orina o heces. Si yo sé que no hay un tratamiento especial para toxicidades crónicas, tengo que proteger a mis trabajadores. En la ley bien claro dice, hay que capacitar al trabajador y darle los equipos de protección adecuados, o tratar de modificar los procesos.
¿Y el daño a cuántas generaciones puede trascender?
Hay literatura médica que sostiene que los daños pueden llegar hasta cinco generaciones. Más aún, hay niños con trisomía 18 (Síndrome de Edwards), o la trisomía 21 (Síndrome de Down) y otras trisomías más severas como la 15, que no son compatibles con la vida, que terminan viviendo solo cinco años. Es algo raro y lo curioso es que se da en gente de minera.
Fredy Silva, uno de los extrabajadores de Yanacocha que vive con metales tóxicos y que pudimos entrevistar, nos dijo que un médico de una clínica le hizo saber que ya no podría tener hijos.
La toxicidad por plomo te genera infertilidad, eso está demostrado, porque te altera el espermatozoide.
¿Y qué tan grave es el daño de metales tóxicos en niños?
El hueso de un niño está en crecimiento, y cuando entra el plomo, el hueso se altera, se arquean, crecen con alteraciones. Igual el cerebro de un niño, cognitivamente no se desarrollará. En cambio, en el adulto, como su cerebro ya se desarrolló, los problemas que tienen son de memoria y cambios de conducta, agresividad. Y te lo digo porque no solo lo he visto en la literatura médica sino en mis pacientes. Y cuando les hacen las pruebas neuropsicológicas muestran pérdida de memoria.
La OIT establece 6 niveles de neurotoxicidad. El primero solo hay daños a nivel celular, empieza a fallar el funcionamiento celular y no encuentra síntomas. En el grado dos se registran alteraciones de funciones y algunos cambios a nivel celular, pero ningún síntoma. En el tercero se registran cambios psicológicos. Ahí se ven los cambios en cuanto a memoria y comportamiento. En el cuarto ya hay hallazgos de síntomas y signos (…) como reacciones alérgicas. Por ejemplo, tú le pasas el dedo por el pecho a una persona y le dejas una franja roja. Boris, que además tiene falta de coordinación motora, sería un nivel 5 o 6.
La mayoría de los afectados entrevistados por Wayka, solo cuentan con un mineralograma que les indica cuántos metales tóxicos tienen en el organismo. ¿Es suficiente?
La medicina es como armar un rompecabezas. Tú tienes las piezas que vas juntando y a medida que vas juntando vas sacando el diagnóstico. Y a mayor información tengas, se te arma el rompecabezas. A todo lo que tiene el paciente no le debo buscar causas multifactoriales, debe haber una causa común que lo esté produciendo, y esa causa se llama metales tóxicos. Y aquí le agregas los exámenes auxiliares, como los mineralogramas, que te ayudan a dar el diagnóstico. No te lo niegan ni te lo certifican al cien por ciento. Pero si tienes un cuadro clínico compatible con la toxicidad por metales, no puedes negarlo.
¿Entonces todos los afectados necesitan exámenes completos para demostrar en el terreno judicial que se han intoxicado con metales dentro de la mina?
Tienen que demostrar que es una enfermedad profesional. Hay que examinar al paciente, porque el diagnóstico se basa en un examen clínico, no de laboratorio. Mira ese cuadro (señala una pintura colgada sobre una de las paredes de su casa). Ponte que el marco sean los mineralogramas y la pintura el diagnóstico clínico. Si le quitas el marco, ¿dejas de ver la pintura? ¿Cambia en algo?
Otra constante en estos casos es que todos los afectados coinciden en que los médicos ocupacionales de Yanacocha les decían que estaban bien, no les decían que tenían metales en el cuerpo.
Hasta ahora no les entregan sus exámenes médicos. Y por la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo, están obligados a entregarles las historias clínicas, sin embargo no lo hacen. De acuerdo a la ley, es sancionable. Ahí debe entrar el Ministerio de Trabajo. La historia clínica le pertenece al paciente. La Ley General de Salud 26842, también dice que la historia clínica le pertenece al paciente. No se la pueden negar, sin embargo están que se los niegan.
A propósito que menciona al Ministerio de Trabajo. ¿Qué debería hacer el Estado frente a esta serie de casos?
Hacer cumplir la ley. Hay leyes escritas, lo que pasa es que no las cumplen. Y en el Poder Judicial hay un desconocimiento completo de jueces sobre estos temas de toxicología. Y ahora, con todo lo que ha salido sobre los jueces, deja pensar en qué tanto hay alguna manipulación de parte de la empresa con los jueces. ¿Por qué los jueces son tan simplistas en el juzgamiento? Estás hablando de una enfermedad profesional pero dictaminan sobre una prueba de laboratorio.
¿Algo en el marco legal que necesite reforzarse?
La parte formativa del médico. Porque leyes hay. Tienes la Ley General de Minería N° 055, como la de Seguridad y Salud en el Trabajo, eso está bien establecido. El tema es que hay mucho desconocimiento por parte de los profesionales de lo que los metales pueden generar en el cuerpo. Leyes hay, el tema es que se cumplan. ¿Se está haciendo algo para evitar la toxicidad? Porque estamos hablando de cáncer, de enfermedades que no tienen cura ni tratamiento.
¿Es posible garantizar la protección adecuada para los mineros contra la exposición a metales tóxicos?
Tienes que ver por dónde ingresan las sustancias. El de la gran mayoría son por vías respiratorias. Tienen que darle máscaras especiales para esas sustancias, no le puedes dar cualquier máscara. El otro problema que tienen es que muchas de las mineras están en altura, entonces ponerse una máscara con filtros especiales es complicado. Lo otro es que utilicen un fullface (un tipo de máscara) con un filtro y un traje especial, porque las sustancias también se absorben por la piel.(Wayka)