En el Perú existen más de cuatro millones de adultos mayores de 60 años, sin embargo pese a ser la población con la más alta tasa de letalidad a causa de la COVID-19, recien comenzaran a ser vacunados en la fase 2.Eso quiere decir que su inmunización será posterior a la del personal de salud, policial, militar, de limpieza o a la de los miembros de mesa.
De acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada país debe identificar los grupos de mayor riesgo y definir su plan de vacunación, se debe priorizar al personal de salud y a los adultos mayores. “Las vacunas que lleguen deben salvar vidas, entonces tienen que ser vacunados, primero, los profesionales de la salud, los que trabajan en asilos, adultos mayores y los de enfermedades crónicas que tienen el riesgo de desarrollar una forma grave de COVID-19”, detalla Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud.
Estas medidas se vienen implementando en países como Brasil, Colombia, México, Argentina o Chile, cuyos planes incluyen a las personas de la tercera edad en su primera fase. El último país, por ejemplo, comenzó con los mayores de 90 años y ya alcanza a los de más de 65 años, caso que no ocurre en el Perú.
Ante esta cruda realidad, la Defensoría del Pueblo como la sociedad civil exigen al Gobierno, que los adultos mayores sean incluidos en la primera fase del plan nacional de vacunación, aunque sea solo un porcentaje y de manera gradual. “Inmediatamente después de que se culmine con la vacunación a todo el personal de salud, se puede iniciar con una fracción de adultos mayores, los más vulnerables. No se puede desconocer su riesgo”, refiere la adjunta para la Administración Estatal de la Defensoría, Alicia Abanto.
Para ello, y dada la escasez de vacunas, plantea como alternativa que se utilice solo una parte de las dosis y se comience con los adultos mayores priorizados para que, luego, en la segunda fase completen los cuatro millones. “Se podría iniciar con los que están en situación de abandono o los que viven en residencias de ancianos. No son muchos. También se podría empezar con los que se dedican al comercio en mercados”.
